2020 fue muchas cosas. Entre todas ellas, fue el año en el que millones de personas de todo el mundo nos familiarizamos con las peticiones en línea, rellenando la casillita con el correo electrónico y pasando captchas en favor de la justicia social y la defensa del medioambiente.
Las peticiones son una manera brillante para que personas como tú y como yo se puedan sentir incluidas en procesos de toma de decisiones de de nuestras regiones o países – o incluso a escala global.
Pero, ¿cómo funcionan estas peticiones? ¿Tienen un impacto real? ¿Obligan a los legisladores a hacer algo?
Hay mucho de lo que hablar, así que vamos a desentrañar el asunto.
¿Qué es el derecho de petición?
En términos legales, hay algo llamado derecho de petición. Es algo tan importante que puede verse como una extensión de tu libertad de expresión y como garantía del resto de tus derechos.
Muchas veces ejercemos este derecho sin saber que lo tenemos, como cuando rellenamos una petición en ínea. Pero en realidad, solo algunos países y regiones lo reconocen como tal, por lo que tenerlo es un privilegio enorme. Por ejemplo, en Estados Unidos está garantizado por la Primera Enmienda y en la Unión Europea está incluído en la Carta de Derechos Fundamentales.
Las peticiones tienen como objetivo ayudarte como ciudadano a estar involucrado en el proceso de toma de decisiones dando tu opinión o proponiendo cambios y a intearctuar con tu gobierno (o con otras instituciones, algún legislador en particular o incluso organismos privados) de manera mucho más cercana. Esto se llama democracia directa y es algo fascinante, pero es un tema para otro artículo.
Algo muy importante es que estos mecanismos de democracia directa son muy nuevos, por lo que tienen lagunas y un camino muuuy largo por delante – hay incluso países que garantizan el derecho sin dar las herramientas necesarias para ejercerlo.
El derecho de petición en la UE
Si eres ciudadano o residente en la UE, tienes el derecho de proponer cambios legislativos y hacer peticiones, así que sigue leyendo para saber cómo.
En la UE tenemos el PETI (Comité de Peticiones del Parlamento Europeo), un comité permanente que te facilita dirigirte al Parlamneto de la UE con peticiones en cualquier tema que te preocupe. Lo que sea: medioambiente, justicia, derechos humanos, economía o asuntos relacionados con la gestión de la Unión.
Cada año, el PETI recibe más de 1.000 peticiones y además de enviar tu propia petición también puedes apoyar cualquiera que ya esté en el portal simplemente registrándote.
Hay otro mecanismo llamado ICE (Iniciativa Ciudadana Europea) que permite a los ciudadanos europeos ser los protagonistas del proceso legislativo y proponer cambios. Es más difícil tener éxito con una iniciativa ya que necesitas al menos un millón de firmas de apoyo. Desde 2012, la Comisión Europea ha recibido 76 iniciativas y 5 de ellas han tenido éxito.
El derecho de petición en Estados Unidos
Cada estado de Estados Unidos tiene regulaciones distinas sobre peticiones y también modalidades distintas de democracia directa – puedes encontrar una lista de cada caso aquí.
A nivel federal, el país tenía el sistema de peticiones We the People, fundado en 2011 durante la presidencia de Obama. En 2017, se retiró de la web de la Casa Blanca por mantenimiento, regresó en 2018 y desapareció de nuevo a principios de 2021. Así que este es un tema que conviene vigilar 👀.
También puedes proponer legislación a nivel federal en forma de iniciativa nacional, pero parece que esto no es muy común y que ahora mismo no hay iniciativas activas, aunque hay movimientos con proposiciones para mejorar la democracia directa en el país como National Citizens Initiative for Democracy.

Y ahora de nuevo a las peticiones en línea
Seguro que esto es lo que estabas esperando: esas peticiones que podemos firmar en línea gracias a plataformas como Change o Care2.
Aprecio muchísimo estas plataformas, pero no son perfectas:
- tienen una gran ventaja: nos periten empezar conversaciones, mobilizar comunidades y crear conciencia sobre auntos que nos afectan a todos
- y tienen una desventaja: no son legalmente vinculantes para legisladores
Es posible que hayas oído expresiones como activismo performativo o activismo de salón, que son determinadas acciones con las que limpiamos nuestra conciencia sobre temas delicados – como dar me gusta a publicaciones de causas medioambientales o, precisamente, firmar peticiones en línea sin hacer ningún esfuerzo más. Por esto, algunos activistas han criticado este tipo de plataformas por ser una forma vacía e insignificante que no siempre promueve cambio real en el comportamiento de la persona que firma.
Pero esto no significa que no debas firmar peticiones en línea.
La verdad es que estas plataformas tienen un alcance enorme (solo Change tiene más de 200 millones de usuarios registrados) y es evidente que pueden tener algún tipo de impacto. Incluso si es empezar conversaciones, sensibilizar o presionar a los que son responsables de cambiar nuestra situación. Lo importante es ser considerado y coherente y asegurarse de que tus acciones respaldan el mensaje de tu firma.
Moraleja de la historia:
- Infórmate sobre el derecho de petición en tu país o tu comunidad. ¿Existen mecanismos de democracia directa? ¿Cómo puedes practicarla?
- Recuerda que las peticiones en línea no vinculan, pero pueden tener impacto
- Usa las peticiones para concienciar sobre asuntos que consideras importantes a cualquier nivel – desde el local hasta el global
- Aprende qué más puedes hacer más allá de firmar peticiones en línea para amplificar su efecto.
- No tengas miedo de publicar peticiones sobre temas que te preocupan: medioambiente, justicia social,…lo que sea, siempre y cuando lo estés haciendo por una buena causa.